El verdadero mensaje del Señor Jesús.



El Señor Jesús tiene el poder de bendecir. Eso está fuera de toda discusión. De hecho, Él mismo es una bendición. Sentado, en un lugar apartado de la ciudad, levanta al cielo una oración para bendecir cinco panes y dos peces. Comen cinco mil. (Juan 6:1-15).

Imagina por un momento. Cinco panes, dos peces. Todos satisfechos. Sobran doce canastas de comida. Pienso que un temor reverencial debió de caer sobre esa multitud. No solamente tenían un maestro que enseñaba cosas profundas (tan profundas que muchos no las entendían); también era capaz de alimentarlos. Alimento gratis. Razón más que suficiente para hacerlo Rey.

El problema no es que Dios no pueda alimentarte gratis. Sanar tu enfermedad. Restaurar tu matrimonio. Proveer para tu hipoteca. Poner un diez en tu examen final. Liberarte de tus enemigos... No, ese no es el problema. No es que no pueda. Es que Él se interesa en cosas más importantes y profundas. Esas que se anidan dentro del corazón. Esas que te hacen profundamente infeliz.

Los seguidores del Maestro. Porque no eran discípulos, sino seguidores. Y los seguidores querían seguirlo, no porque querían aprender. En realidad estaban muy cómodos con su experiencia de vida. Lo que querían eran la comida. Y es por eso que, aunque quisieron hacer Rey al Señor Jesús, Él se alejó de ellos. Esa actitud nos dice mucho del Señor. Si le vas a seguir y hacer Rey por las razones equivocadas, Él se alejará de ti.

Y las Iglesias están llenas de seguidores. Pero no de discípulos. Que esperan el milagro. La bendición. Pero cuando las cosas se ponen difíciles, entonces prefieren no creer. En Juan 6 el Maestro les dice que ni siquiera lo siguen por las señales que hace, sino por que comieron. Entonces, los reta a creer toda la verdad. Que él es la salvación. Qué es el único camino enviado del cielo y que tiene que creer en ÉL completamente. No hay medias tintas. O aceptas el paquete completo o no hay trato con Él. 

La respuesta es típica: "Es muy dura esa palabra". Hoy decimos: "Él es un Dios de amor y tolerancia"; "Todos somos hijos de Dios"; " Tan solo cree y recibirás todo"; "declara"; "Decreta"; "Pacta". Y es así que buscamos a Dios para hacerlo Rey, lo anunciamos, lo proclamamos, pero Él no está en medio de aquellos que lo buscan así. El huye de esta falsedad. El show puede ser muy hermoso, pero la esencia se habrá alejado de nosotros.

Al final, Jesús pone las cosas en claro. Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Al Maestro no se le condiciona. Se le obedece. Se postra uno ante Él y le permite ser Rey sobre nuestras vidas. Eso es lo que le interesa, la rendición de tu voluntad, la capitulación de tu sabiduría. ¿Para hacerte un zombie? Claro que no, para que conozcas la verdadera sabiduría. Para que conozcas la verdadera libertad. Perder para ganar. Morir para vivir.

No lo podemos encuadrar. No lo podemos condicionar. Día a día, pacientemente; ha tratado de conquistar tu voluntad, de que te des cuenta que sin Él no eres nada. Negarnos a nosotros mismos no es renunciar a nuestra personalidad; es negarnos al espejismo defectuoso de nuestra identidad. Es dejar que muera el carácter intransigente y egoísta. Es aprender a amar. El amor que nace de el corazón del Padre y no de nuestras experiencias humanas.

Cuando el Maestro puso las cartas en la mesa, pocos lo quisieron seguir. Las cartas siguen estando allí. Por más que queramos, Él no cambia. Los caminos están allí, el ancho, por donde entran todos los que siguen sus propias ideas; y el estrecho, por donde entras postrado, renunciando al espejismo de tu voluntad.

La decisión es tuya...

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