Llamado o escogido.


A veces, el camino se hace interminable. La alegría y el gozo al comenzar se diluyen en medio del calor, del dolor, de las incomodidades. Así suelen ser las jornadas del creyente. La realidad es que, aunque quisiéramos, no lo sabemos todo. Sin embargo, seguimos en el camino.

¿Te ha pasado cómo a mí? esperar que en medio de mi jornada, cuando todo se vuelve difícil; de repente, Él se me aparezca y cambie todo... Pero eso no sucede, bueno, al menos no como me gustaría que sucediera. Él siempre me anima y me llama. Pero, el punto no es ese. La verdad es que desarrollar la naturaleza de Dios que ya está en nosotros requiere de una ardua disciplinas... No. no de parte nuestra, de parte suya, los caminos son suyos. Él los escoge, no nosotros. ¿Para qué?

En Mateo 22:14, el Maestro nos dice: "Porque muchos son llamados, y pocos escogidos". Me gustaría ser escogido por Dios, ¿Y a ti? Durante mucho tiempo pensé que un día Dios llegaría a un grupo de creyentes y comenzaría a decir: "te escojo a ti, y a ti, y también a ti". Pero no es así. Dios no escoge arbitrariamente. De hecho, si algún día jugaste fútbol con tus amigos, ¿a quien escogías? ¡Exacto! a los mejores. Así que Dios escogerá a los mejores.

Al final de cuentas, llamados hay muchos, escogidos, no tantos. ¿Qué se necesita para ser parte de ese dream team? ¿Cuáles son las cualidades que se esperan de un guerrero de Dios? Y es de vital importancia saberlo, porque si Dios busca ciertas cualidades, entonces debemos de pasar tiempo desarrollando esas cualidades, para ser escogidos. Y no llamados solamente.

Llamado, cualquiera, escogidos, serán menos. ¿Recuerdas a Gedeón? Llamados, todos. 32 000 respondieron al llamado. En el primer "corte" que Dios hizo quedaron solamente 10 000. Al final, después de una prueba diseñada por Dios, 9 700 serían rechazados y solo 300 escogidos. Pero esos 300 vencieron a un ejercito completo. Porque lo escogido por Dios es más poderoso que cualquier cosa. Por eso, quiero ser de los escogidos.

Bueno, ya habrás entendido que no basta con querer ser escogido. Sino con desarrollar las cualidades necesarias para ser escogidos. Y esas se desarrollan en medio de las pruebas, como he mencionado antes.

Creo que al problema se suma el desconocimiento de las cualidades que Dios busca en los creyentes. Después de mucho tiempo pude entender que él no busca al que se la pasa predicando, al que se la vive dentro del templo, al que diezma, al que no escucha música "del mundo", al que se viste de manera apropiada, al que ora diario y lee su Biblia, etc. etc. No me malentiendas, hacer estas cosas es bueno, pero no son garantía de ser escogido. Pues al final de todo, solo son dos las características que identifican a los escogidos.

1. Amar de lo profundo del Espíritu.

En la Vida del Reino, el amor humano no sirve. Bueno, de hecho, suele ser un estorbo. Porque el amor humano está afectado por nuestra independencia y orgullo (nuestra carne para ponerlo en términos bíblicos). Es fácil de ver esto. Se habla mucho de amor y tolerancia. Pero cuando se habla de amor, la humanidad dentro de nosotros piensa en lo que se va a recibir. (Incluso los que toleran lo hacen para recibir la misma distinción). El amor humano es así, primero yo, amo como yo quiero, cuando yo quiero y de la forma en que yo quiera demostrarlo; y si el amor se acaba, damos la vuelta ala página y seguimos con la vida.

El Señor Jesús dijo "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn. 13:35). Este es un amor divino. Se trata del amor que se demuestra por que nuestra naturaleza ha cambiado al recibir al Señor. El creyente no elige a quien amar, simplemente ama. No elige cómo amar, simplemente ama como su Señor. No lleva cuentas, simplemente ama y perdona. No... bueno, lee 1 Corintios 13, allí se describe el verdadero amor.

El amor que proviene de Dios y emana de nuestro espíritu no mira lo que va a recibir. Da. Esa es la esencia del Reino de Dios, dar amor primero y, luego, aprender a recibir amor. Amar a su manera y forma.

Piensa, piensa un momento. Todas tus pruebas, esas que hablábamos al principio, tienen que ver con el amor. Siempre se trata de dejar de pensar en uno, de humillarse, de dar, sí de amar, de perdonar. De amar al que te traicionó, al que te abandonó, al que no se merece, de amarte, incluso, a tí mismo. Sí, lo sé. Es duro. Muy duro. Por eso es la marca de  los escogidos. Por eso Dios permite las divisiones en la Iglesia, por eso existe la cizaña en medio de nosotros, no se trata de formar una super élite no contaminada y puro, se trata de aprender a amar, incluso, a quien no se lo merece. Mucho hay para hablar de esto, tal vez en otra entrada.

2. Obedecer los mandamientos

Una vez más, el Maestro nos instruye: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Jn. 14:15 cf. v. 21). Pero no se trata de obedecer los mandamientos por esfuerzos humanos, no se trata de cumplir con reglas. No, se trata de amar la voluntad de Dios como si fuera la nuestra. Así como nos enseñó al orar: "que se haga tú voluntad en la Tierra como se hace en el cielo".

Se puede guardar los mandamientos por fuerza de voluntad, se puede hacer para demostrar algo, se puede hacer para merecernos algo. Ese no es el punto para ser escogido. Para amar la voluntad de Dios, es necesario cumplir el punto 1, aprender a amar. Se trata de obedecer con agrado, no obligados a que nos agrade.

Esto se logra al triunfar en las pruebas. Al ir madurando. Aprendes a amar lo que Él ama de forma natural. No es egoísta, es una rendición total. Pero, rendir la voluntad es el punto más difícil e la vida cristiana. Que no sea "a mi manera", sino "a su manera". Lo sé, lo decimos de labios, pero no de corazón, porque a veces ni siquiera estamos dispuestos a cambiar nuestra manera de buscar a Dios y cumplir un ministerio, lo hacemos a nuestra manera (Sí, amparados bajo nuestra interpretación de la Palabra de Dios).

En esencia, para ser escogido debemos demostrar en medio de las pruebas que podemos amar (ser como Él) y obedecerlo (pensar como Él). Estas son las cualidades para ser escogido y nos lleva muchas jornadas de nuestra vida como creyentes el aprender estas cosas. Pero vale la pena... por eso seguimos adelante.

Y no. No sigas esperando solo bendición. Entrénate. Acepta las pruebas. Aún no estamos en guerra, estamos en entrenamiento. Por eso, en medio de las dificultades que pasas, enfócate en Dios. El tiempo difícil aún está por venir y solo los entrenados vencerán. Así que, con todo cariño te digo que Él aún no termina contigo, que la prueba puede durar un poco más, pero que Él está haciendo cosas buenas en tí. Por eso corre con paciencia la carrera que tienes por delante (He. 12:1-2) y no te canses de hacer el bien que a su tiempo obtendrás la bendición, si no desmayas (Ga. 6:9). Esto aún no se acaba. Mostremos amor. Oremos unos por otros y recuerda llevarme en tus oraciones...

Comentarios

  1. Como siempre doy gracias a Dios,por tu ministerio,pero sobre todo por la enseñansa que me sigue ayudando a entender aquello que él nos quiere revela,para prepararnos,tomar aliento y proseguir a la meta.
    Saludos y bendiciones.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares