Sobre el poder y la autoridad, parte 1




Para poder vencer a satanás necesitamos autoridad y poder. Autoridad es el DERECHO para mandar y Poder la HABILIDAD para hacerlo. Neil Anderson, en su libro «Victoria sobre la obscuridad» nos da una buena ilustración al respecto:

Imagina a un carro que se acera a toda velocidad a una glorieta, en ella hay una estatua y también se encuentra un policía. El policía tiene la autoridad (derecho) de detener el auto, pero no tiene el poder; pues si intenta hacerlo, será atropellado. En cambio, la estatua tiene el poder (habilidad) para detener el carro (el carro se despedazaría con la estatua) pero no tiene la autoridad para hacerlo.

El Señor Jesús tiene la autoridad y el poder sobre el diablo. Esta autoridad fue delegada  sobre nosotros por Él. Por eso nosotros tenemos el derecho y la habilidad de vencer a satanás en el nombre del Señor Jesús. La Escritura nos dice que tenemos esta autoridad y poder. Cinco palabras griegas nos muestran el poder que tenemos:



1) Exousía. Capacidad y privilegio de autoridad, control y poder

La palabra exousía viene de un verbo que significa «conforme a la ley». La autoridad es el poder con el que uno ha sido investido, es decir, el poder para mandar (gobernar) que nos ha sido delegado. En cuanto a Dios la exousía es absoluta (Apoc. 11:12), es decir tiene una libertad de acción completa, que de hecho, eso también significa exousía.

Entonces, nosotros también tenemos libertad de acción, obviamente, esa libertad de acción debe de ir acompañada de humildad y de un sometimiento a las autoridades; así como aderezada con integridad y santidad. Pero el punto es que tenemos exousía, teneos autoridad. Nuestro encabezado nos dice que tenemos el privilegio, y sí es un privilegio el mandar.

Esta autoridad es la que perdieron Adán y Eva al pecar, pero que siempre fue el diseño de Dios para el hombre. Esta autoridad nos es conferida desde el momento de recibir al Señor Jesús, pero el Espíritu Santo nos capacita, a través de la unción, para ejercerla.

Para que entiendas perfectamente el término, en las Escrituras se usa Exousía, en referencia a los demonios, para referirse al dominio que tienen sobre una región, de acuerdo a diferentes rangos (ver Ef. 6:12). En los versos que se usa así es traducida como «potestades» o «principados».

Nota que ningún creyente tiene una exousía ilimitada. Estamos sujetos a autoridades mayores a la misma vez que ejercemos nuestra autoridad (Ro. 13:1). Así es el reino de Dios. Tu exousía está íntimamente ligada a tu posición como hijo de Dios, pero también al campo de acción al cual Dios te ha llamado a servirle.

Veamos un ejemplo para entender mejor este término:


«Estos tienen poder para cerrar el cielo, a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra con toda plaga, cuantas veces quieran». Apocalipsis 11:6

En este verso estamos hablando de los dos testigos que vendrán, al fin de los tiempos, a enfrentar al Anticristo. La palabra traducida «poder» es exousía; a estos dos testigos se les dio autoridad sobre la lluvia, el agua, la tierra, etc. Estas demostraciones del poder se darán por la unción de Dios sobre de ellos y la operación de su fuerza.

Cuando el Señor Jesús dice que tenía poder para poner su vida y para volverla a tomar, también utilizó la palabra exousía (Jn. 10:18). Así que la autoridad y el poder exousía de Dios nos permite gobernar, incluso, sobre las leyes físicas y naturales, incluso resucitando muertos, como es el caso en este pasaje. Como te darás cuenta es muy importante que la iglesia actual ejerza este poder.

El cambio en el mundo no se va a dar por un poder político o social. La respuesta no la tiene un candidato político. Si nuestro país está tan mal no es culpa del desempleo, la inseguridad o la crisis mundial. Es culpa nuestra, porque no hemos tomado en nuestras manos la autoridad que Dios nos ha dado y no la hemos ejercido.

Es necesario que nos humillemos y busquemos el rostro de nuestro Dios. Es importante que lo busquemos de todo corazón. Es urgente ver a la iglesia en acción. Esa iglesia que ni las mimas puertas del infierno pueden detener (Mt. 16:18). Así que comienza a buscar hoy mismo el rostro del Señor.

2) Isjús. Fuerza, potencia, poder


«Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder (isjús) que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén». 1 Pedro 4:11


El termino castellano que mejor se adecua a la palabra isjús es «fuerza». Este poder va más allá de cualquier otro. De hecho es más fuerte que el dunamis que veremos más adelante. Esto queda claro cuando vemos en Santiago 5;16 donde el verbo de esta palabra debe ser traducido, literalmente, como: «tiene mucha fuerza».

Entonces, este poder esta relacionado con el permanecer y prevalecer en medio de cualquier circunstancia. Es muy importante este poder en la iglesia, pues es el que alcanza las victorias, y como dice el Apóstol Pedro si vamos a ministrar hagámoslo en el isjús de Dios, es decir conforme a su fuerza.

Al imponer las manos, en medio de una liberación, al cantar, etc. El isjús de Dios sobre nosotros nos lleva a prevalecer en cualquier circunstancia, a obtener la victoria y ser eficaces. A esto se refería el profeta cuando dijo, de parte de Dios, que no era con fuerza (humana) sino con el Santo Espíritu (es decir, con su isjús; cf. Zc. 4:6).

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