El enemigo, satanás: origen y destino
Hay dos grandes errores al hablar de nuestro
enemigo, satanás. El primero es ignorarlo, si no sabemos contra quien peleamos
¿Cómo le ganaremos? En el extremo contrario tenemos a los que nada más hablan
de él, dándole mayor importancia y protagonismo del que tiene. Trataré de hablar del enemigo manteniendo un equilibrio.
Nuestro enemigo es conocido en la Palabra de Dios como satanás
o diablo. Según el Diccionario Ilustrado de la Biblia , el nombre satanás
viene de la palabra hebrea satán que significa enemigo y adversario. Mientras
tanto, la palabra diablo es la transcripción del vocablo griego diabolos (calumniador y acusador) que se
utilizó en la Versión
de los LXX para traducir la palabra hebrea satanás.
SU ORIGEN
Son dos pasajes en la Biblia los que nos revelan
la creación de satanás y su expulsión del cielo. Estos son Ezequiel 28:13-16 e
Isaías 14:13-15.
Ezequiel nos narra que satanás, en ese
entonces llamado luzbel (luz bella), fue creado como un Querubín. Los
querubines son ángeles que ministran delante de la presencia del Señor (2 Sm.
6:2; 2 R. 19:15; Sal. 80:1; 99:1; Ez. 10). Los querubines estaban sobre el
propiciatorio y, posteriormente, estuvieron representados también en el Lugar
Santísimo del templo de Salomón, como guardianes de la Presencia de Dios. Así
que, las Escrituras nos muestran que satanás ministraba delante de la presencia
de Dios. Siempre estaba cerca del Señor Todopoderoso.
Ezequiel también nos dice que
satanás estuvo en medio del Santo Monte de Dios, este representa el gobierno de
Dios. Por lo que podemos saber que satanás era un gobernante celestial, honrado
y respetado por los demás ángeles. Esto explica porque pudo engañarlos en su
sublevación contra Dios. Dios creó a satanás con un alto rango dentro de la
jerarquía celestial y lo creó hermoso, el verso 13 nos deja ver esto, además,
de la declaración en las Escrituras que nos dice que para su creación estaban
preparados tamboriles y flautas, se deduce que satanás estaba involucrado de
alguna manera en la preparación de la alabanza al Señor.
Luego, Ezequiel nos dice que un día fue
hallado pecado en él. Así que fue expulsado del cielo. Perdió su antiguo esplendor
y gloria (recuerda que, como ser creado, su gloria no era propia, sino un
reflejo de la del Señor Todopoderoso). Después de ser arrojado del cielo y, una
vez que engañó a Adán y a Eva, se convirtió en el príncipe de este mundo. Ahora
él es un gobernante de maldad con todo un reino bien organizado que pelea en
contra de Dios y sus santos.
Siempre
ha tratado de destruir todo lo que Dios quiere.Primero, atacó a los hombres
que Dios escogió para levantar a la nación de Israel, de esta manera evitaría
que naciera el Mesías. En segundo lugar, atacó a Nuestro Señor Jesús para que
no llevara a cabo su obra redentora y, tras fracasar en estos intentos, ahora
él quiere destruir al Pueblo Cristiano para que el Reino de Dios no llegue a
establecerse en esta tierra. Para esto se sirve de su ejército de demonios.
Satanás no te atacará personalmente a ti, pero sus demonios sí (a menos que tu
ministerio sea muy grande, y Dios lo permita, satanás te atacará directamente).SU DESTINO
Aunque aceptamos que nuestro enemigo es impresionante, permanecemos mas asombrados por el poder de Nuestro Señor Jesús. Como has estado aprendiendo en el seminario, el Señor te ha dado las armas que han de contrarrestar las tácticas estratégicas de satanás. Él nos dio autoridad sobre de él. Bíblicamente hablando, en el rango mas alto esta Dios, luego nosotros y, por último, satanás (Lc. 10:18-19; Mr. 16:17).
Así que no debemos temerle, debemos de
confrontarlo y de aprender a destruir sus artimañas. Mientras más tiempo dediquemos
practicando con nuestras armas y descubriendo al enemigo, más hábiles seremos
para destruirlo (1 P. 5:8-9; Stg. 4:7; Ef. 4:27).
Terminamos con unas palabras del doctor Roger Houtsma:
“No habrá redención
para Lucifer jamás. Él es tan completamente malo, como Dios es completamente
bueno, y es nuestro enemigo. Tiene a su mando una confederación de demonios que
obran en el mundo en contra nuestra; somos su objetivo. La base de su batalla
contra nosotros está en su propio carácter, en relación con su naturaleza
musical, con sus actitudes, sus posiciones, su ministerio, su anhelo de
autoridad, honra y gloria, de ser independiente y de exaltarse a sí mismo, de
ser lo que no es. Cuídese de esas sutilezas, porque nuestra naturaleza
pecaminosa esta en armonía con estas actitudes del enemigo, cuya semilla esta
en nosotros. Si no nos aplicamos la cruz del Calvario y dejamos que el Espíritu
de Dios obre en nuestro hombre natural para que podamos permanecer en Él,
caeremos en la misma trampa. Por eso necesitamos normas de seguridad; debemos
de tener la sensatez de no poner confianza alguna en nuestra propia carne (1)
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