Reflexiones sobre el Salmo 23 parte 2


Continuamos con nuestro estudio del Salmo 23, veamos el verso 2:


"En lugares de delicados pastos me hará descansar; 
Junto a aguas de reposo me pastoreará."

Bien, en la entrada anterior comentamos que el Salmo 23 nos explica el viaje que transitamos mientras maduramos en Dios. El verso 2 nos ubica en el comienzo del viaje.

Como Dios es nuestro Pastor, él sabe perfectamente como guiarnos a la madurez. El Apóstol Pablo lo sabía cuando declaró: a la Iglesia de Filipos "estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Fil. 1:6). Por eso, debemos de confiar en el Pastor y entender que el proceso que diseñó para nosotros es perfecto.

Lo primero que Dios hace es alimentarte. El Señor nunca nos pasará por un desierto si primero no nos provee de fuerzas para poder pasarlo. Recuerda que Él no nos tienta (Stg. 1:14), y que no nos da más de lo que podemos soportar (1 Co. 10.13). Por eso, primero te alimentará.

Las dos necesidades básicas quedan cubiertas: comida y bebida. Esta comida tiene dos características: 

Primero, los pastos son delicados. El pasto que recibimos del pastor es de primera calidad. Porque la vida que Dios deposita en nosotros nos hace libres, porque la vida que nos ha sido impartida resucito el espíritu que estaba muerto dentro de nosotros. Porque la vida que recibimos es la mima vida que recibió el Señor Jesús al resucitar de los muertos. Esa es la primer verdad que debemos entender. Por eso los pastos son verdes, se sustentan de la vida de Dios. Solo recibe vida el que ha sido libre del pecado y la muerte; solo recibe vida el que ha sido hecho justo por Dios; y el justo es como árbol plantado junto a corrientes de agua (Sal. 1:3).

Segundo, las aguas son de reposo. Algo sucede cuando contemplamos un verde prado al lado de aguas corrientes y tranquilas; te infunde un profunda sensación de paz y quietud. Al ser justificados por el Señor, al ser limpios del pecado por depositar la fe en el sacrificio del Señor Jesús, sucede la cosa más maravillosa entre Dios y nosotros, dejamos de ser enemigos de Dios, entre Dios y nosotros se establece la paz. Esta no es una paz que se fundamente en que todo nos va bien, es la paz de saber que pase lo que pase nunca habrá una acción de Dios en contra de nosotros para mal.

Los alimentos que Dios nos da, al final de cuentas, nos permiten entender quienes somos: ovejas en sus amorosas manos (Salmo 100:3). Porque la vida cristiana no comienza con lo que se hace, sino con lo que se es. Dejamos de ser lobos, para ser ovejas. Y ese, es el primer paso en la madurez hacia Dios.

Confortará mi alma. Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.

El verso 3 nos marca la transición que nos llevará a la parte importante para una transformación por dentro. El verso comienza diciendo "confortará mi alma". La palabra confortar significa "ponerse al lado de"; la imagen que mejor lo representa es la un jugador que se lastima y un compañero se pone al lado de él, pone sus brazos en los hombre y lo ayuda a salir. El Señor se pone a lado de nuestra alma para ayudarla a andar.

Porque, si has leído mi blog anteriormente sabrás, el alma está infectada. El egoísmo y rebeldía que fueron nuestra norma de vida antes de recibir la salvación de Dios, aún rondan dentro de nosotros; infectan nuestro modo de ver y de interpretar la vida. Por eso Dios se pone a nuestro lado y nos carga, porque sabe que el choque de la vida que habita dentro de nosotros y el egoísmo que fue parte de nosotros será muy duros para el alma.

Ese choque entre la vida y la muerte se traducirá en liberación para nosotros; profundizaremos en el siguiente verso. Nos basta decir, por ahora, que en todo el proceso el Señor irá a nuestro lado.

Bien, ¿para qué nos conforta el Señor? ¿Por qué se pone a nuestro lado mientras disfrutamos de las aguas tranquilas y los pastos rebosantes de vida? Porque es tiempo de salir de allí. Lo sé, nadie quiere que se acabe eso, pero es necesario. ¿Cómo lo sé? observa el final del verso. 

Comienza diciendo "me guiará", ¿Qué es lo que se guía? algo que está en movimiento; hemos salido de los pastos verdes y nos movemos. ¿A dónde? no lo sabemos, simplemente sabemos que el bello paisaje queda atrás y que ahora nos aventuramos más allá del redil. El punto importante no es a dónde vamos, el punto importante es que Él va junto a nosotros y que nos va guiando. La ruta es segura porque la conoce el pastor.

Afirmando esto nos dice que nos guía a "sendas de justicia". Eso significa que los caminos de Dios son justos, en otras palabras, que es el camino que necesitamos, hecho justo a nuestra medida. Si bien al recibir a Cristo el egoísmo y la muerte se desalojaron de mi espíritu, ahora es tiempo de desalojarlo del alma; un proceso que solo el Señor puede hacer.

Y es así que en estos dos versos se enlazan hermosamente las dos caras del amor de Dios. Esa misericordia que se mostró al darnos vida y la justicia que desarrolla un camino para librarnos de la muerte. Eso lo explicaré en el verso 4, en la siguiente entrada.

¿A dónde vamos? el alma pastoreada no lo sabe, pero puede descansar en una promesa: "por amor de su nombre". El Señor nos garantiza que su Nombre está en juego; nuestra reputación no está en juego; nada malo nos pasará a nosotros ((al egoísmo y rebeldía que habitan dentro de nosotros sí); Es el Señor quien nos lleva por esa senda para hacernos dignos de su nombre; porque claramente se nos dice que tenemos que ser santos, como Él es santo. 

Es así que, confiados y sostenidos por Él; continuamos nuestro viaje...

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