Reflexiones sobre el Salmo 23 parte 3


Bien, terminemos con el salmo 23. En la última entrada mencionamos que el Señor nos llevaría por una senda justa. Ese no es el problema, el problema es nuestra discrepancia de opinión con los caminos de Dios. Mientras nosotros pensamos que lo justo es tener paz, bendición o prosperidad, el Señor tiene otra cosa en mente; veamos:


Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Y allí empieza el verdadero problema. el camino justo que Dios tiene en mente es llevarnos directamente al valle de sombra de muerte. Es muy frustrante para la oveja salir de un ambiente de alimento delicado y aguas de reposo, para ser llevada a un terrible camino que va hacia el valle de sombre de muerte... precisamente uno de esos lugares que tratamos de evitar a toda costa.

¿Por qué el buen pastor nos lleva allí? ¿No comenzaba diciendo el salmo que nada nos faltará? Al final, el punto importante es ese, es el Pastor el que nos lleva. Es su voluntad la que nos lleva hasta ese lugar. Sin embargo, quiero que notemos algunos aspectos importantes.

No somos llevados al valle de muerte, sino al valle de sombra de muerte. Recuerdo a un hermano que decía que una sombra de perro no te podía morder, de igual forma, la sombra de la muerte no te puede matar. Entonces, ¿Porqué pasamos por allí?

Antes de venir al conocimiento del Señor, todos nacemos solos; por naturaleza somos malos. Hay dos características de la vida sin Dios: (1) Somos independientes, creemos que nuestro punto de vista es el correcto, y nos rebelamos ante todo aquello que quiera controlarnos; (2) Somos egoístas, queremos que todo gire alrededor nuestro, amamos a nuestra manera, actuamos a nuestra manera, haceos lo que queremos.

Y al venir al Señor obtenemos una nueva naturaleza, ahora somos ovejas santas y puras... pero esa antigua vida, eso que fuimos nosotros, se queda a vivir dentro de nosotros, a eso la Biblia le llama Carne.

Pues bien, en el valle de Sombra de muerte no morimos nosotros, muere lo que fuimos, nuestra carne. No es nada agradable. Cada cosa que ama nuestra carne es destruida... lo que significa que experimentaremos situaciones humillantes y que nos enseñen a ser dependientes de Dios. Pero, no morimos nosotros, muere nuestra carne.

Por eso el Pastor nos lleva a ese lugar, porque sabe que es necesario que muera nuestra antigua manera de ser. No, no es nada sencillo, es duro, es a través de difíciles pruebas. Pero hay una promesa: Se puede enfrentar este proceso sin temor, ¿Porqué? Porque el mismo Pastor que nos llevó a los pastos agradables, es el mismo que nos acompaña en el Valle de sombra de muerte.

Y ese es el punto importante: Él está allí. Nos sigue guiando con dos cosas: su vara y su callado. Estas dos cosas apuntan a los dos aspectos de la naturaleza del Pastor, su justicia y su misericordia. Los procesos en el valle de Sombra de muerta nos permiten conocer a Dios tanto como Nuestro Señor, como nuestro Padre, eso es lo que nos da madurez en la vida cristiana, y es la razón de ser los valles de sombra de muerte que enfrentamos en la vida.

¿Qué pasa cuando hemos triunfado? ¿Cuándo el Pastor nos permite salir del valle de Sombra de Muerte? Eso lo vemos en el verso 5 y 6


Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite, mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por largos días.

Al salir del Valle de Sombra de Muerte nos espera un banquete. pero ese banquete es enfrente de nuestros angustiadores. La verdad es que siempre que pasamos por el valle, hay muchos que nos dicen: ¿Dónde está tu Dios? es enfrente de ellos que las promesas se materializan, que somos premiados por obedecer al Rey. Ya no son pastos, ahora es un banquete presentado por el mismo Señor.

¿Qué más recibimos? un nuevo nivel de unción, de conocimiento de Dios, hay una revelación más profunda de quien es Él. Y su presencia en nosotros empieza a rebosar, de tal manera que toca a todos los que están a nuestro alrededor.

Pero, la mayor bendición es la capacidad recibida de permanecer en la presencia de Dios. Disfrutando de los beneficios de su gracia, con una madurez adquirida por el camino. Las recompensas a la fidelidad al Pastor valen la pena.

Y es así que pasamos por estos ciclos, algunos más difíciles, otros no tanto. Pero cada día tenemos la confianza de que "el que empezó la obra ne vosotros la perfeccionará hasta el día del juicio.

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