Como interceder: El arte de argumentar. Parte 1



¿Te has fijado, al leer las Escrituras, que en su trato con los hombres el Señor usa continuamente preguntas? De hecho, Dios nos insta a hablar y a que argumentemos delante de Él (Is. 43:26); de hecho, al pofeta Ezequiel Dios le dijo que buscaba quien defienda a Israel en la brecha ante sus ataques (las acusaciones de Dios que ponían en calro el por qué castigaría a Israel), ¿cómo? Es obvio que con palabras (22:30). Y aún más, en la parábola de la viuda el Señor dice que cumplirá a los que claman día y noche, una vez más es obvio que en respuesta a los argumentos presentados pidiendo justicia.


Este punto de argumentar delante de Dios, de entrar a juicio delante de Él nos puede sonar como una actitud insolente de nuestra parte. Pues a final de cuentas ¿quiénes somos para pelear con nuestro hacedor? Sin embargo, entrar a su presencia y argumentar es algo que a Dios le complace, incluso, es algo que muchas veces El mismo nos incita a hacer con las revelaciones que nos da o las preguntas que nos hace.


¿La clave? La clave es aprender a hacerlo con la actitud correcta; la que agrada a Dios. La actitud correcta es la que anhela ver que su voluntad sea hecha y la que quiere ver su Bendito nombre ser puesto en alto. Si esa actitud es la que está en tu corazón, la que expectante se acerca a ver lo que Dios puede hacer porque tiene fe en Él, entonces puedes estar seguro que puedes argumentar delante de Él.


Además, no olvides que es esencial tener un corazón limpio para poder interceder de forma correcta. Eso será garantía de que puedas entrar a su presencia con la confianza de que te escuchará y te permitirá presentar tus argumentos. Creo que el caso más claro de esto lo vemos en Job, él quería argumentar con Dios y exponer su caso. Cuando Dios habló con él no lo regañó, ni lo juzgó, por argumentar, respondió sus argumentos. De hecho, regaño a sus amigos por no entender a Job. Sí, Dios nos permite a argumentar.


También queda obvio este principio con Moisés. Cuando Dios iba a destruir al pueblo de Israel. Moisés intercedía y argumentaba con Dios. Jamás Dios se enojó con Moisés por interceder, todo lo contrario, a Dios le agradaba esa actitud; Él tenía esa misericordia propia de los que interceden (Ex. 12:3).

Aún más, cuando Dios habla con Abraham y le comunica que va a destruir Sodoma y Gomorra, es Dios mismo el que dice que no le encubrirá a su siervo lo que va a hacer (Gn.18:17). ¿Sabía Dios cuál iba a ser la reacción de Abraham? Por supuesto. Dios provocó, entonces, la argumentación de Abraham a favor de ciudades tan terribles como Sodoma y Gomorra. Al final, ni diez justos se encontraron en ella y Dios la destruyó, pero hubo quien intercedió a favor de ellos (Gn. 18:23-33).


Así que el Señor no solamente nos permite argumentar delante de Él, sino que espera que eso hagamos.



Armando nuestro Caso

Ahora veamos algunos principios que nos permitirán aprender a como argumentar delante del Señor. Es importante recalcar, una vez más, que estos no son métodos «mágicos» que nos permiten lograr que Dios nos de todo lo que queramos. Recuerda que el intercesor ruega porque la voluntad del Padre, llena de amor, sabiduría y propósito para nosotros se cumpla.


No te subestimes, es realmente algo grande lo que Dios puede hacer con un corazón sincero que permanece en intercesión delante de su presencia. A continuación, entonces, veremos algunas bases sobre las cuales podemos argumentar delante de Dios. Recuerda, no son métodos, son principios.


Principio 1. ¡Vístete de Gloria!

Me gusta hablar de la Gloria de Dios. De hecho, estoy preparando un manual sobre esto y la madurez. Pero voy a explicar brevemente como se aplica esto en la oración. Gloria, dicho de manera breve es la fama que se ha ganado Dios con todos los hechos poderosos con los que le responde a su pueblo (este solo es un aspecto de su gloria, pero es el que se relaciona con la intercesión). De allí que la expresión «se vistió de Gloria» hace una alusión directa a la grandeza de Dios que se manifiesta en la salvación de su pueblo a través de obras maravillosas que solo un Dios como Él puede hacer (Sal. 104:1). Por eso, también, el salmista dice que «los cielos cuentan su gloria», por que la magnificencia de la perfecta creación del cielo es algo que Él hizo, por eso le da fama (Sal. 19:1).


El Señor es muy celoso de su fama (gloria). Él mismo advierte que no tomará por inocente al que tome su nombre en vano (Dt. 5:11). Por eso aborrecía que su pueblo atribuyera lo que Él había hecho a ¡ídolos que ellos mismos habían hecho con sus manos!  (Is. 31:6-7; 44:9-20; 48:5; 57:13; Jr. 10:14; 14:22; Ez, 7:20; 14:3). El Señor declara enfáticamente en Isaías 42:8:



«Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas».

«¡Yo soy el Señor! Ese es mi nombre y no daré a ningún otro, no compartiré mi alabanza con ídolos tallados». NBD



Dios es celosos de su Gloria (Ex. 20:3-5). Y cuando se le atribuyen a los ídolos (cualquiera que este sea, incluso nosotros mismos) lo que solo Él puede hacer, se enoja mucho. Un pasaje que me llamó mucho la atención es Ezequiel 20. en el Él Señor narra la historia de su relación con su pueblo, ellos le fueron infieles vez tras vez y en cada una de ellas el Señor pensó en destruirlos, sin embargo cada vez aparece una frase como esta: «pero retraje mi mano a causa de mi nombre». Se entiende mejor en la NBD: «yo retuve mi castigo planeado contra ellos para proteger la fama de mi nombre».

¿Porqué es importante esto a la hora de interceder? Porque nuestros argumentos deben de estar dirigidos para proteger, ensalzar, afirmar, etc. el buen Nombre (la fama) de nuestro Dios. Observa como algunos delos hombres de la Biblia hicieron eso:



  • Moisés: «Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo» Éxodo 32:11-12
  • Josué: «¡Ay, Señor! ¿qué diré, ya que Israel ha vuelto la espalda delante de sus enemigos? Porque los cananeos y todos los moradores de la tierra oirán, y nos rodearán, y borrarán nuestro nombre de sobre la tierra; y entonces, ¿qué harás tú a tu grande nombre? » Josué 7:8-9
  • Salomón: «Y extendió sus manos al cielo, y dijo: Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón» 2 Crónicas 6:13b-14
  • Nehemías: «Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos… …Te ruego, oh Jehová, esté ahora atento tu oído a la oración de tu siervo, y a la oración de tus siervos, quienes desean reverenciar tu nombre…» Nehemías 1:5,11a



¿Te das cuenta? El argumento más poderoso es el deseo de que la fama de Dios sea anunciada y todo mundo se de cuenta de que Él es Dios. Por eso la Escritura afirma que desde que el mundo es mundo, nadie ha visto, ni oído de un Dios como el nuestro, que se manifiesta a favor de los que en Él confían (Is. 64:4).


Así que, en lo personal, el argumento más grande que tenemos es el de alzar nuestros ojos al cielo y decir: ´«¿A quién más iremos? ¿Quién más nos puede ayudar? Sólo tú eres Dios. Levántate, vístete de Gloria; que todos se den cuenta de quien es el verdadero Dios. Avergüenza sus ídolos, quebranta su confianza en lo que no eres tú. Señor, Tú eres el Dios que abrió el mar, que derrumbo murallas, no te olvides de nosotros y has conocer tu nombre en esta situación».


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