Como vencer a la carne; lecciones de la vida de Jacob II


En la entrada anterior comenté que cada persona nace siendo pecadora y desarrolla su vida de forma egoísta e independiente de Dios.

Llega el hermoso día en que recibimos la salvación del Señor Jesús y se nos da una nueva naturaleza, nuestro espíritu vuelve a vivir y somos hijos de Dios (Jn. 1:12; 2 Co. 5:17).

Entonces, ¿por qué hay tantos cristianos hipócritas? ¿por qué nos seguimos comportando de la misma forma que antes? En una palabra seguimos siendo carnales. Continuemos con la vida de Jacob para entender esto.

FASE II. La manipulación. La carne y la religiosidad.

Cuando hablamos de la carne, la mayoría de nosotros pensamos en cosas malas: robos, mentiras, estafas, adulterios, etc. Pero hay un aspecto que pasamos por alto. La carne tiene una parte "buena", por decirlo de alguna manera. Se disfraza en la religiosidad para seguir subsistiendo.

Expliquemos, entonces que es la carne, la Biblia dice claramente que ahora en Cristo gozamos de una nueva naturaleza, que somos hijos de Dios y que nada nos puede separar del amor de Dios. Sin embargo, llevábamos mucho tiempo viviendo de una forma egoísta e independiente de Dios. Cuando aceptamos a Cristo nuestra vieja forma de vivir y ver la vida se transforma en nuestra carne.

Entonces, la carne es nuestra antigua forma de vivir egoísta e independiente de Dios. Aunque ya no somos nosotros, pues ahora somos hijos de Dios, a veces seguimos haciendo caso de los antiguos paradigmas y experiencias y tratamos de hacer lo que nos place, es decir, vivir de forma egoísta e independiente de Dios y, como ya mencioné, eso incluye hacer cosas "buenas".

Volvamos con Jacob, cuando huye de su casa él tiene un encuentro hermoso con Dios, mientras dormía, en Betel (Gn. 28:10-22). Básicamente Dios ratifica el pacto que había hecho con Abraham y con Isaac y le promete lo siguiente: (1) que va a estar con él; (2) que lo cuidará y traerá con bien; y, (3) que lo bendecirá.

Jacob despierta y hace un voto con Dios, pero lo condiciona (Gn. 28:20-22) a (1) traerlo con paz; (2) bendecirlo y, (3) cuidarlo en el viaje. Sí, te darás cuenta que es lo mismo que Dios le prometió. Pero aquí vemos la carne en acción, tratando de manipular a Dios; con palabras que parecían muy bíblicas, pero al final estaba tratando de "amarrar" el trato con Dios.

Y así es como la carne obra en el creyente. Trata de manipular a Dios; de allí nacen todas esas oraciones "express"; formulas, declaraciones y demás cosas; un intento de manipular a Dios para que haga lo que nosotros queremos.

Siempre que la carne se entrometa en la búsqueda de Dios, el resultado es religiosidad. Piensa, nuestras oraciones están plagadas de deseos egoístas (de eso hablo en otra entrada en este blog); nuestra relación con Dios esta monopolizada por nosotros; es más, cada uno de nosotros tiene una idea de como debería ser Dios y como comportarse.

Y nos peleamos, discutimos, dividimos y creemos tener la verdad (Stg. 3:15). Pero en realidad es nuestra carne, tratando de hacer cosas buenas para ganarse a Dios.

Mira a Jacob, en todo el tiempo en que estuvo con su suegro Labán; a donde huyó; jamás dice la Biblia que oró a Dios. De hecho, después de un tiempo, le dice a su suegro que se va con sus dos esposas; su suegro le pide que se quede y quedan en que le va a dar todas las ovejas pintas; las lisas serían para Labán.

Jacob pone unas varas, las cuales peló, para que los animales nacieran pintos, y eso pasa así. Jacob comienza a tener más animales que Labán. Labán le cambió el sueldo diez veces (lisas, pintas, lisas, pintas, etc.); y Jacob sigue con sus tretas para aumentar su ganado. Lo de las varas no tenía nada que ver, era la bendición de Dios; pero Jacob no confiaba en la bendición de Dios, confiaba en sus propias tretas (Gn. 30:25-34).

Al final de cuentas, en qué confiamos más como creyentes; ¿en Dios o en nuestras "declaraciones y decretos" para obtener algo? ¿En Dios o en la cantidad de oraciones y ayunos que hemos hecho? ¿En Dios o en el conocimiento que tenemos de las Escrituras? ¿En Dios o en nuestros propios paradigmas y experiencias? Que duro es darse cuenta que la carne esta inmiscuida en mucho de lo que hacemos.

Dios no protege a Jacob por su comportamiento, ni por sus tretas, ni por el voto que hizo; lo protege porque Él había dado su Palabra de que así lo haría. El cristianismo no depende del hombre, depende únicamente de Dios. Como dice el hno. Graham Cooke, Dios no te fortalece, Él es tu fortaleza.

La Biblia es clara al decir que usar la carne (aunque sea la parte "buena") produce muerte (Ro. 8:6) y se cosechan cosas terribles (Ga. 6:7). Jacob huye de su suegro y regresa a casa, pero, una vez más, ni siquiera consultó a Dios.

Este es un punto claro de la manipulación de la carne. Una persona puede parecer espiritual, pero si le cuesta trabajo obedecer la voluntad de Dios es porque es carnal. Si habla mucho y tiene todas las respuestas es porque es carnal. Recuerda un carnal es independiente y cree, en su egoísmo, saberlo todo y quiere ser el centro de atención.

¿De verdad te interesa la voluntad de Dios? o solo es un mero formulismo orar "muéstrame tu voluntad". Sabemos que hemos vencido a la carne cuando obedecemos a Dios y, aún más allá, amamos su voluntad como si fuera la nuestra.

¿Cómo vencer a ese terrible enemigo? Para eso usaremos una nueva entrada.

Comentarios

Entradas populares