Errores al buscar la voluntad de Dios


Creo que las objeciones a la idea de que Dios tiene una voluntad específica para cada uno de nosotros, nacen de malas experiencias con la busqueda de su deseo para nuestras vidas.

Por ejemplo, leí en un blog que el concepto de que Dios tiene una voluntad específica para cada uno provoca ansiedad y culpabilidad en las personas. Sin embargo, como en otras cosas, el problema no está en la enseñanza, sino en la ignorancia de la aplicación de la enseñanza en la práctica.

Quiero, entonces, analizar algunos errores que, en la práctica, nos hacen pensar que Dios no tiene una voluntad específica para nosotros, o traen confusión y decepción a nuestras vidas.

El primero de ellos es pensar que al obedecer la voluntad de Dios todo va a salir bien. Este es el más común. Por ejemplo, un jóven quiere estar seguro que su pareja «es la de Dios», porque eso le garantizaría que no va a haber problemas. Pero no es así. Seguir la voluntad de Dios puede ocasionar problemas a nuestras vidas y muchos.

Tienes a Moisés a quien Faraón no dejó ir a la primera. O a José que fue arrojado en la carcel por cumplir la voluntad de Dios. No, no siempre la voluntad de Dios nos librará de problemas, a veces será todo lo contrario. Lo mismo sucede con los hermanos de la Iglesia Perseguida, su obediencia a la voluntad de Dios les acarrea problemas en esta vida; pero muchas recompensas en la Vida Eterna.

El segundo error es todo lo contrario al anterior; son personas que hicieron su voluntad, desobedecieron a Dios pero, en su misericordia, se les otrogó una segunda oportunidad. El problema es que no lo ven así y comienzan a aconsejar a los demás diciéndoles que no importa si obras mal, al final todo se compone.

Lo que estos creyentes no pueden ver es que Dios no los bendijo por sus errores. El Señor les mostró su misericordia al ser fiel con ellos, por amor de su Santo Nombre. No se trata de que puedes hacer lo quieres y al final salir bien librado. Pues de Dios nadie se burla (Gálatas 6:7). Recuerda que el Señor mismo dijo que no todo el que le dice «Señor, Señor» será salvo; sino los que obedecen.

Claro que creo en la restauración; si te equivocas puedes recibir una segunda oportunidad. Pero la reacción debe de ser con gratitud y no con la soberbia de pensar que a pesar de nuestras malas decisiones Dios se vio obligado a respaldarnos.

Otro de los errores al buscar la voluntad de Dios es el pensar que porque «siento paz en mi corazón» es evidencia suficiente de que esa es la voluntad del Padre. La verdad es que el ser humano es egoísta por naturaleza; y el corazón es engañoso. Por eso debes de tener cuidado al creer que por sentir paz en tu corazón has recibido la bendición de Dios para lo que te dispones a hacer.

A veces tu corazón estará emocionado, pero eso no significa que es la voluntad de Dios. A veces tu razonamiento te dirá que ese es el camino a elegir, pero eso no signifca que es la voluntad de Dios. A veces tu voluntad te llevará a decidir, pero eso no signifa que es la voluntad de DIos.

La paz de Dios al obedecer su voluntad es una más de las evidencias y no la única. Lo que quiero decir es que Dios muestra su voluntad claramente (tema que trataré en otra entrada); y no solamente porque sientas paz en el corazón.

Otra manifestación de esta idea es cuando oramos y decimos: «Si esto es de ti, abre las puertas (que todo se acomode a nuestro favor); y si no es de tí, ciérralas». Este es un método que no siempre funciona, porque Dios no es Dios de métodos, sino de principios. 

Recuerdo un hombre que luchaba con problemas de alcoholismo, sin embargo entró a trabajar a un bar. Suena completamente ilógico, pero su razón fue: «Yo oré y le dije a Dios, si este trabajo viene de tí, que me lo den; pero si no quieres que trabaje allí, que no me lo den». Como se lo dieron el razonaba que erala voluntad de Dios.

Estas formas de orar revelan nuestro deseo de salir bien librados a la hora de decidir, en liugar de que nuestra prioridad sea la Gloria de nuestro Dios.

Por último, hay personas que dicen «yo le pregunté a Dios y Él no me dijo nada». Recuerda que a veces Él prueba nuestra paciencia y nos impulsa a seguir orando. A veces ya te contestó: te dijo que no. Y, aún peor, a veces estás orando por cosas que su Palabra prohibe claramente, como la jóven que ora para comenzar una relación con un muchacho que no comparte su fe en Dios.

El verdadero problema por el que la mayoría de veces Dios no contesta es otro; pero eso requiere toda una entrada para tratarlo. 

El punto es que Dios si tiene una voluntad específica para nosotros, el problema no es Él, somos nosotros...       

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