Orando por nuestros hijos 3. El propósito de su vida
Después de una sólida relación con Dios, la piedra angular que
determina el éxito o fracaso de nuestros hijos es la construcción de una sólida
identidad. Ufff. Un gran reto para todos aquellos que somos padres. Porque cada
niño es una identidad única e irrepetible. ¿Qué significa esto? Que nuestros
hijos no serán una copia nuestra, que desarrollarán su propia identidad.
Claro. Como Padres les apoyamos promoviendo un ambiente de
amor, de tolerancia y de valores bíblicos. No trataré esos temas ahorita. Me
quiero centrar en un punto muy específico de la identidad de nuestros hijos: Su
propósito en la vida.
Como identidad única e irrepetible, nuestros hijos poseen una
combinación de talentos naturales, y dones otorgados por Dios que los hace
diferentes de todos los demás. Nuestros hijos deben de aprender a desarrollar esas
cualidades, pues de ello depende en gran manera que nuestros hijos encuentren
«su lugar» en el mundo. Eso significa que nuestros hijos no tienen que seguir,
necesariamente, nuestro rumbo vocacional de vida. Por eso es importante orar
para que el Señor les ayude a encontrar su rol en la vida. Porque algo es
cierto, cuando hacemos lo que nos gusta y realizamos aquello que hacemos bien,
somos personas más plenas y felices. Y eso es lo que quiero para mi hija.
Tristemente, la Iglesia muchas veces es un lugar donde se le da
más relevancia a los errores y fracasos que a las virtudes propias de cada
persona. Al orar por nuestros hijos debemos enfocarnos en lo que son, en su
identidad; y no en sus acciones. Por ejemplo, mi hija, como todos se porta mal,
pero ella no es una rebelde; es una Hija de Dios que a veces actúa con
rebeldía. Es importante nunca perder el enfoque. La educación se dirige a la
identidad, en primer lugar, y no a las acciones.
Habiendo dicho esto, quiero entrar en materia y darte algunos
consejos para orar por tus hijos:
1. Ora para que desarrollen sus fortalezas naturales.
He venido comentando que cada persona es única e irrepetible.
Es interesante el hecho de que la forma en que están conectadas las neuronas de
mi cerebro (sinápsis) es una configuración única. De tal forma que las
cualidades naturales de nuestros hijos no se repiten en nadie más. Por eso,
oremos para que las desarrollen.
Tómate el tiempo de bendecir a tus hijos. De poner tus manos
sobre sus cabezas y orar comenzando con un «yo te bendigo, en el Nombre de
Jesús…» y a continuación enumera esas cualidades que ellos tienen. Como podrás
darte cuenta fácilmente, esto requerirá que nos tomemos el tiempo para conocer
a nuestros hijos. Pues si no los conocemos, ¿Cómo podremos orar para que
desarrollen esas cualidades?
Podemos comenzar con algo básico como su temperamento (puedes
buscar más información en las entradas al respecto en este blog). Por ejemplo,
si es melancólico, su mayor fortaleza será su mente. Si es colérico, su fuerza
de voluntad; etc. Comencemos por eso y oremos para que esas cualidades se
conviertan en fortalezas y no en debilidades.
Conforme van creciendo, irán mostrando las cualidades con las
que nacieron. Por eso hay que permitirles que intenten, exploren, descubran sus
propias cualidades. Oremos por este hermoso proceso.
2. Ora para que le sean revelados sus dones.
Los dones, a diferencia de los talentos naturales con los
cuales nacemos, son otorgados por Dios (1 Co. 12:4-6). Muchas veces los dones
son otorgados a través de la imposición de manos. Oremos para que los dones les
sean revelados a nuestros hijos. Cabe advertir, que no se trata de orar por los
dones que nos gustaría que ellos tuvieron, sino pedir que Dios haga su voluntad
en ellos y les otorgue los dones que Él tiene preparados para ellos.
En el caso de que hayas recibido una revelación sobre los dones
que Dios quiere otorgar a tus hijos, pues hay que poner manos a la obra y
comenzar a orar para que esos dones se manifiesten en ellos y comiencen a
desarrollarlos.
3. Ora para que se mantengan en el Proyecto de Vida de Dios.
Quiero que notes que no puse una oración para que cumplan un
ministerio. Te explico por qué. En primer lugar, Dios no nos lleva a nuestro
lugar de influencia de la noche a la mañana, siempre hay un proceso. A lo largo
de nuestro peregrinar el Señor nos va moviendo de un lado a otro, nos prepara,
hasta que llegamos a nuestro lugar de influencia.
El punto es que a veces,
bueno, muchas veces, no es un proceso fácil; pero es necesario aprender a vivir
siendo fiel a nuestra identidad celestial sin importar las circunstancias; el
ejemplo claro de esta verdad la tenemos en Génesis, en la historia de José.
En segundo lugar, al decir que debemos de orar por el
ministerio de nuestros hijos se puede malinterpretar. Porque inmediatamente
pensamos en un trabajo para ellos dentro de las paredes de un templo. Cuando
leo las Escrituras me doy cuenta que la Iglesia es mucho más que las paredes de
un templo, de hecho, solamente el 3% de los creyentes son llamados a un
ministerio de tiempo completo dentro de la Iglesia.
Por eso hablo de un proyecto de Vida de Dios. Porque no tengo
ni la más remota idea de lo que Dios tiene para mi hija. Sí, es verdad que nos
da ciertas pistas generales, pero el proceso de descubrir su lugar en el mundo
es algo que nuestros hijos deben de descubrir por ellos mismo. A nosotros nos
toca apoyarlos, cimentar su identidad y cubrir de oración ese proceso.
Y vienen a mi mente las palabras del Maestro cuando nos
enseñó a orar: «Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal». Mateo 6:13
Lo cual tiene dos implicaciones. El pedir a Dios que nos libre de nuestras
inclinaciones naturales egoístas y rebeldes; y que, también, nos libre de los
ataques del enemigo.
Oremos de esa forma. Pidamos a Dios que libre a nuestros hijos de los estragos que puede tener el que ellos se abandonen a los deseos de la carne. Lo que puede provocarles muchos dolores de cabeza. Oremos a Dios para que nuestros hijos no caigan en las redes del diablo, que salgan victoriosos de las pruebas. Y clamemos para que se levanten de sus fracasos y aprendan de ellos.
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