Adoradores en Espíritu y Verdad


En el famoso pasaje, donde se encuentra con la mujer samaritana, el Maestro, una vez más, nos da muestras de su profundo conocimiento que, como Hijo de Dios, tiene en las cuestiones espirituales. Me centraré en Juan 4:23-24

«Adoradores en espíritu y verdad»; es una frase que hemos escuchado en las congregaciones una y otra vez. Se nos dice que debemos de alcanzar ese nivel en los momentos en que estamos adorando al Padre. Y, en verdad, es una verdad importante, puesto que el verso nos aclara que el Padre está buscando esa clase de adoradores.
Comencemos observando está búsqueda por parte del Padre. Lo primero que salta a la vista es que no todos los que adoran a Dios lo hacen en Espíritu y en Verdad. Se hace evidente que hay otras formas de adorar a Dios. Específicamente, el Señor está contestando una pregunta respecto a dónde se tiene que adorar. Los samaritanos (quienes no eran judíos propiamente) creían que se adoraba en el monte Gerizim; los judíos, en Jerusalén.

Como vez, cuando se adora a Dios desde la religiosidad podemos concluir que esa no es una adoración en Espíritu y en Verdad. No importa la denominación que profeses, si clamas u oras en silencio, si levantas las manos o te postras. Las demostraciones exteriores que dependen de una religión no sirven para nada.

Considero importante debernos para explicar que es religión. La mayoría de los creyentes se apresuran a decir que no viven una religión… cuando sí lo hacen. Religión es provocar al cielo. Religión es la Tierra determinando las reglas a través de las cuales se producirá un acercamiento con el cielo. Para lo cual, se vale de ritos, liturgias, oraciones, frases, posiciones, declaraciones, formulas aprendidas.

Meditemos un poco. ¿De qué manera hemos adorado a Dios a través de fórmulas? ¿Cuántas veces le hemos dado preeminencia a la forma sobre la sustancia? ¿De qué formas hemos condicionado a Dios en nuestra forma de adorar? Y podríamos seguir. Las respuestas honestas a estas preguntas nos pueden llevar a una liberación, para entrar a adorar a Dios a otro nivel, sin las ataduras cuadradas de imposiciones humanos. Es un buen reto para nuestro tiempo con Dios ¿o no?

Pero, sigamos. El Maestro nos dice que los adoradores que le gustan al Padre son los que adoran en espíritu y verdad. Curioso que la «e» no es mayúscula. Lo que nos indica que no se refiere al Espíritu de Dios, sino a nuestro propio espíritu. Interesante. El Maestro dijo: «la hora viene»; lo que indica claramente que en ese momento no había adoradores en espíritu y verdad. La razón es sencilla, nuestro Señor aún no había muerto y resucitado.

Entonces, adorar en espíritu se refiere a la posibilidad de hacerlo desde nuestro interior, y no del exterior. Ya no se dependería de un lugar, ya no se tendría que IR al templo para poder rendir adoración. No. Nuestros espíritus vivificados por la Sangre del Cordero Se convertirían en Templos, en Enlaces con el Dios vivo a través de su Espíritu Santo y, así, podríamos adorar en espíritu. Es decir, podremos adorar en todo momento al Señor.
Y en verdad. La gran verdad es que el ser humano, atrapado en su egoísmo, en sus pensamientos pervertidos, en su rebeldía; no podía adorar a Dios de manera correcta. Siempre terminaban contaminando la verdadera adoración a Dios con sus propias ideas; tal cual como lo hizo satanás.

Adoramos en verdad, libres de las ataduras de la carnalidad. Libres de formalidades que disfrazan la frialdad de nuestro corazón. Adoramos en verdad, porque lo podemos hacer de todo corazón. Porque podemos entrar hasta la misma presencia del Padre. Delante de su trono para adorar. No hay que esperar a un intermediario. No hay filas, No hay horario. Es el Señor y nosotros solamente.

Lo que me lleva a pensar. ¿Qué tanto estamos haciendo para aprovechar esa oportunidad? Ya no hay que ir a Jerusalén para encontrarse con Él. No tienes que seguir una estrella como los Magos que fueron a adorarle. No. Allí, en medio del tráfico. Mientras te aprietan en el metro. En la sala de un hospital. En la soledad de tu cuarto. Caminando. Haciendo tu quehacer. Mirando las estrellas. En la oscuridad. Al amanecer. Mientras te bañas… puedes cerrar los ojos y te conectas con Él. Es más. Ni siquiera se necesita cerrar los ojos, el corazón se eleva y adora a su Dios. A ese hermoso Dios que dio todo por ti.

Mira el verso 24. Dios es espíritu, nos comunicamos con él en Espíritu. Y, de hecho, dice que es Necesario adorar así. Por eso, por el camino abierto a través del Cuerpo y Sangre del Señor Jesús. Levantemos altares de adoración. Adoremos solamente. Porque el Padre nos está buscando, busca que le adoremos de esa manera (¿Te das cuenta que renunció a su Hijo para que fuera posible eso?). Deja el celular, la PC, tu Mac. Y adora, hermano, únete conmigo y adora:


«Tú Cordero y León, Dios Poderoso, Eternidad siempre presente, Dador de vida…

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