Día 53. Originalidad


Día 53 de la Contingencia COVID-19


«Sin embargo, el pueblo se negó a escuchar la advertencia de Samuel. —Aun así, todavía queremos un rey —dijeron ellos—. Nuestro deseo es ser como las naciones que nos rodean. El rey nos juzgará y será nuestro líder en las batallas». 1 Samuel 8:19-20


Israel pidió un Rey. El profeta Samuel les explica que ese Rey no iba a ser bueno con ellos. Pero ellos dicen: «No nos importa, queremos un Rey». ¿Cuál era la razón que había detrás de su petición? «¡Queremos ser como las naciones que nos rodean!». ¿Te das cuenta? Ellos desprecian la singularidad de ser el Pueblo de Dios y anhelan ser como los demás. Antes de que digamos algo de su actitud, será sabio observar nuestra vida, pues el enemigo sigue usando esta estrategia con gran éxito.

En un curso que tomé respecto a cómo funciona el cerebro y sus repercusiones en la vida diaria; una investigación me impactó. Descubrieron que cuando una persona piensa de forma contraria al común de la sociedad, las partes de su cerebro que se activan, son las mismas que se ponen en acción cuando estamos equivocados ¡Descubrieron que nuestro cerebro interpreta como un error el pensar diferente a los demás!

Es por eso que la humanidad termina pensando más o menos lo mismo. Bien, eso no es raro, puesto que ellos no tienen morando dentro de ellos al Espíritu Santo de Dios. Lo triste es cuando la Iglesia comienza a pensar de la misma forma que la cultura que la rodea. Dios nos compartió de su Luz, para que las personas sigan la Luz y aprendan a comportarse como Luz. Pero muchas veces abandonamos la Luz para seguir a las Tinieblas.

Como puedes ver, a la mentalidad humana le cuesta trabajo pensar de forma diferente. Por eso Dios nos recuerda que la Iglesia es santa, es decir, que está consagrada para Él; entonces, usamos su poder para mantenernos firmes en la verdad que se nos fue entregada por la Palabra de Dios. Y es en su poder que proclamamos la verdad, aunque todos se opongan a nosotros.

Si me conoces ya de tiempo, sabes que soy un defensor de la idea de que la Iglesia debe de adaptar su mensaje a la cultura a la cual está tratando de alcanzar para Dios. Pero nunca debemos de comenzar a pensar como la sociedad, adaptando nuestras enseñanzas para que las personas nos acepten como «uno más» de ellos. Hábil ha sido el diablo con esa interpretación posmoderna de la tolerancia.

Entonces, si me entristece ver cuando la Iglesia introduce dentro de sus prácticas, ideas que nacen de la Sociedad. La gran verdad es que a la mayoría de los creyentes les gusta imitar. Prefieren hacer eso a enfrentarse al proceso de ser creativos y a invertir tiempo y esfuerzo para crear una identidad propia. En el mejor de los casos, copean de otras iglesias, y, en muchos casos, lo hacen de las tendencias del mundo, para tener un aire de modernidad y actualidad.

Por ejemplo, hablemos de las alabanzas, ¿te has fijado como la mayoría suenan muy parecidas? Alguien saca un ritmo, este «pega», y los demás comienzan a copiarlo. Pero, piensa un momento, ¿qué pasaría si comenzáramos a buscar un ritmo propio? ¿letras que nazcan de nuestra propia identidad como Iglesia? Esto no es un problema actual, desde antes se hacía. Necesitamos originalidad dentro del Pueblo de Dios, marcar la tendencia y no seguirlas.

Observa el texto, la razón principal porque Israel quería Rey es porque anhelaban ser como los demás; que no los vieran como «bichos raros»; tomar como «normal» lo que los demás ven como «normal». ¿No hacemos esto los creyentes? Cuidamos nuestras palabras en las Redes Sociales para no ser malinterpretados, para no parecer «intolerantes». Miro los videos de Youtubers cristianos y siguen las mismas estructuras de los que no lo son. ¿Y qué me dices de los «videos musicales»? muchos están centrados en el «artista», tomas y planos de él, una historia que se centra en él; y no en Dios. ¿Has visto como les gritan en los estadios? Incluso, ya hasta tenemos premiaciones «cristianas». Es triste, solo somos una copia del mundo.

Por eso me alegra cuando veo personas siendo creativas, cuando veo como luchan por hacer algo diferente, porque Dios sea el centro de lo que hacen. Muchos comenzaron copiando lo que hacían los demás, pero, poco a poco fueron creando una identidad propia, siguiendo los preceptos y principios de Dios. La Iglesia sabe que ha triunfado cuando la sociedad y cultura que existe a su alrededor toma los principios y modelos divinos de la Iglesia y no cuando los que no se creyentes la aplauden debido a su «apertura» y «actualidad».

¿Sabes que es triste? Que incluso cuando una Iglesia se adhiere a un «movimiento» o «Apóstol», es obligada a «copiar» las metodologías y las tradiciones de esa congregación. ¡Qué tristeza! Cómo líderes de la Iglesia debemos saber que Dios es creativo, que no es un Dios de métodos, y debemos de enseñar a los pastores a quienes damos cobertura a buscar en oración una identidad propia para la congregación. Claro, la doctrina, la verdad, esa nunca va a ser puesta en entredicho, pero la forma, la liturgia, las aplicaciones de la verdad en la sociedad en la cual se desenvuelven, son propias de cada congregación.

Con esto no quiero decir que no debemos copiar nada de otra Iglesia, que no leamos libros que escribieron otros hermanos. Lo que digo, en primer lugar, es que no aceptemos las ideologías de una sociedad que ha decidido volverse en contra de Dios. Y, en segundo lugar, que podemos copiar lo que otros hacen, siempre y cuando también aportemos cosas originales al Pueblo de Dios.

Así que, mi querida Iglesia, comencemos a poner en balanza nuestras vidas y ministerios. ¿Hemos permitido que el pensamiento de la cultura que nos rodea infecte nuestras enseñanzas? ¿Nuestro ministerio se basa solamente en cosas que copiamos? Peor aún, lo que hacemos ¿nos pone como centro de todo, o glorifica a Dios? ¿Nuestra «actualidad» como ministerio, la recibimos del cielo o es una burda copia de lo que alguien más hace? Y, la pregunta más importante, ¿somos aprobados por la sociedad o por Dios?

Quiero aprovechar, mi querida Iglesia, para decir que hay muchas congregaciones y ministerios que están estableciendo una diferencia. Que en realidad buscan agradar al Padre. Como en todo, habrá quien lo hace para Dios, y quien lo hace para sí mismo. Si estás tratando de hacer algo creativo para Dios, si estás usando las Redes para impactar al mundo, si estás comenzando a aprender sobre las tecnologías para mejorar tu ministerio ¡Sigue así! Creemos un movimiento «cristiano» en toda la extensión de la Palabra. Y no busques ser como los demás.

Defendamos la verdad. No seamos como Israel que a pesar de ser advertidos, decidieron ser como los demás, en lugar de ser como su Dios. Nuestra meta es llegar a ser lo que Dios diseñó que fuéramos.

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