Día 12. Nuestro Dios fiel



Día 12 de la Contingencia COVID-19

«Ni una sola de todas las buenas promesas que el Señor le había hecho a la familia de Israel quedó sin cumplirse; todo lo que él había dicho se hizo realidad». Josué 21:45

No está de más repetirlo otra vez: «El cristianismo no trata de nosotros, trata de Dios». Esto es verdad tanto en el sentido de que Dios es el centro en el que gravita la alabanza, la gloria, la obediencia de nosotros hacia Él. Pero también lo es en el sentido inverso, como fuente de la cual emanan amor, seguridad, protección. Hoy meditaremos en nuestro Dios como fuente de seguridad.

Este texto me conmovió. ¿Cuántas veces se rebeló Israel? ¿Cuántas veces dudaron? ¿Cuántas no lo obedecieron? ¿Cuántas veces se quejaron de él? Incluso, con insolencia, llegaron a proclamar: «¿Está Dios con nosotros o no?». Y, sin embargo, Dios los lleva de la mano, los introduce en la Tierra Prometida y cumple su pacto con ellos.

Ese es nuestro Dios. Así demuestra su amor infinito. En esta relación entre Dios y la humanidad, la gran realidad es que jamás habrá una paridad, siempre se impondrá la realidad de que Él es el creador y nosotros los creados. Que Él es el Padre y nosotros sus hijos. Dios se goza en nuestra alabanza, en nuestros intentos de obedecerle porque somos sus hijos, porque estamos en esa relación de amor con Él.

«Ni una sola». Radico en Chiapas, pero nací en la CDMX, de hecho viví casi 40 años en sus alrededores. Una de las cosas que más amaba hacer con mi esposa cuando vivíamos allá era ir al Centro de la CDMX a comprar las cosas que necesitáramos. Ahora, cuando visito a mi familia, me toca hacer ese viaje solo. Pero todo el camino traigo en el corazón a mi esposa y a mi hija, pienso «eso les gustaría»; «les llevara eso»; solo pienso en la alegría que les va a dar cuando les de sus obsequios.

Y mientras camino por esas calles que me son tan familiares, que amo tanto; quisiera poder llevar de todo para mi familia. Me imagino que el corazón del Padre en el cielo es así. Nos mira y piensa en todo lo que necesitamos para que tengamos un sano desarrollo, y lo pone a nuestra disposición. «Ni una sola» es una frase que nos indica que las promesas que Dios les hizo a Israel no era una sola, no era lo que le sobraba, era lo que su Pueblo necesitaba.
«de las buenas promesas». Ya mencionamos que las promesas que Dios había prometido eran buenas. Ahora, mira porque el cristianismo trata de Dios, porque él es la fuente de todo. ¿Qué es una promesa? «Que una persona le diga a otra que hará algo, obligándose a ello». En este caso, es Dios quien le prometió estas cosas a su Pueblo.

Pues bien, Israel no se ganó la Tierra Prometida (hasta el nombre habla de promesa). Israel no fue premiado. Israel no hizo más que ir de la mano de Dios para obtener lo que se le había prometido. Esto no dependía de Israel, quienes fallaron muchas veces, Dios tenía todo el derecho de romper su Pacto con ellos. Pero no lo hizo, Dios es fiel a la hora de cumplir sus promesas.

¿Cuáles son las buenas promesas que Dios te ha hecho? La Biblia está llena de ellas. Desde nuestra identidad, nuestra seguridad, la provisión; aún en medio de los desiertos y del valle de sombra de muerte, Dios ha prometido estar con nosotros. Y de la misma forma que cumplió sus promesas a Israel las cumplirá contigo.

«Que el Señor les había hecho». ¿Quién más sería capaz de cumplir tales promesas? ¿Quién más podría permanecer fiel cuando el Pueblo no? todo fluye de nuestro Dios. Nuestro papel es reconocer, agradecer y proclamar la bondad de Dios. De hecho, esta es una de las formas más efectivas de dar Gloria a Dios. Cada vez que reconocemos su favor, le alabamos por eso y lo proclamamos a los demás, el Señor se siente agradado; pues le encanta que su pueblo hable de lo que él hace y que su Nombre sea relacionado con cualidades como poder, fidelidad y el honor de que cumple sus promesas; en fin, que es digno de confianza.

«Todo lo que Él había dicho se hizo realidad». Atención a la palabra «todo»; no es que Dios nos da algunas de las promesas hechas. Por supuesto que no. Todas las hizo realidad. Lo que nos lleva a pensar que hará realidad las nuestras. No creo que haya cosa que más moleste a Dios que nuestra falta de fe, que lo tratemos como un ídolo que no tiene poder y no se puede mover. Como alguien que es infiel. Alguien que no va a cumplir.

Querida Iglesia, no dudemos de nuestro Dios. En su Trono nos mira, nos cuida y protege. Ha prometido estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, ha prometido terminar su obra en su Iglesia. Ha prometido regresar por nosotros y darnos fuerza al ser perseguidos por los enemigos. Sí, Iglesia, estamos seguros en sus manos. Es tiempo de creer en Él.

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