Día 23. Pedir señales para conocer la voluntad de Dios
Día 23 de la Contingencia COVID-19
«Después Gedeón le dijo a Dios: “Si de veras vas a usarme para rescatar a Israel como lo prometiste, demuéstramelo de la siguiente manera:”» Jueces 6:36-37a
En el texto vemos que todas las pruebas que Gedeón le pidió a
Dios, le fueron cumplidas. Así Dios le confirmó lo que tenía que hacer. Sin
embargo, hay un detalle que debemos de considerar: el Espíritu de Dios no vivía
dentro de Gedeón, como si lo hace hoy dentro de nosotros. Él es el que nos guía
a través de la revelación en la Palabra y en la Oración.
Creo que hay dos situaciones en las que Dios contesta las
señales que se le piden. La primera de ellas es cuando somos débiles en la fe.
Ese era el caso de Gedeón, ¿recuerdas que estaba escondido y la respuesta que
dio al Ángel? Él no estaba seguro de ser quien Dios lo había llamado a ser.
La segunda tiene que ver con la Soberanía de Dios. Dios
contesta a quien Él quiere. Tal vez nos cueste entender esto, pero es una
verdad que Dios confirmará su Palabra a través de una señal si Él quiere.
Porque, de hecho, al igual que Dios lo ha hecho conmigo, hay infinidad de
testimonios que confirman que Dios sigue enviando señales de confirmación para
conocer su voluntad.
Pero no es un método. No hay una ley humana, ni divina, que
obligue a Dios a cumplir las señales que le pedimos. Si fuera así, ya no buscaríamos
dirección en las Escrituras, simplemente preguntaríamos, pediríamos la señal, y
actuaríamos en consecuencia a si la señal fue contestada o no. Eso sería
rebajar nuestra relación con Dios a un mero acto de adivinación. Así que Dios
lo hace cuando Él quiere. Lo que nos regresa a la pregunta de partida: ¿Pido
señales o no?
Tal vez la respuesta la encontremos haciendo la pregunta
correcta: ¿Por qué queremos señales? «Para hacer la voluntad de Dios»; creo que
sería la respuesta de la mayoría de nosotros. Pero, si somos honestos, lo que
nos motiva no es el deseo de hacer su voluntad; lo que realmente nos motiva es
el temor a equivocarnos. Así, la señal es un medio que evidencia nuestra falta
de fe, y no una confirmación de nuestro deseo de obedecer.
Por eso, antes de pedir una señal, tenemos que hacernos una
pregunta con toda sinceridad. «¿es mi deseo hacer la voluntad de Dios?». A
veces Dios cumple las señales para alentar nuestra fe. Pero Él no quiere
dirigirnos de esa manera. Él quiere que entremos a una relación con Él y que
aprendamos a escuchar su voz y obedecerle. Y transformar nuestra mente para que
nuestros deseos se alineen con los suyos.
Que el pedir señales es evidencia de nuestra falta de fe, lo
podemos ver en el mismo texto. Cuando Dios responde la primear señal, Gedeón
pide otra, no queda conforme con el resultado ¡Aunque fue milagroso! Dios se
compadece de él y le vuelve a responder positivamente. Es, una vez más, un acto
de la gracia de Dios. Porque, al final de cuentas, Dios sabe que somos humanos,
entiende nuestras debilidades y es por eso que responde a las peticiones de una
señal… aunque no lo hace siempre, para que no lo usemos como método para
conocer su voluntad.
Una cosa más a considerar es que cuando el Señor pone dentro de
nosotros el deseo de hacer su voluntad, Él nos indicará claramente lo que
debemos hacer. Creer que nos abandonará y nos dejará tomar malas decisiones
cuando lo que queremos es hacer su voluntad, es dudar de la bondad y el amor de
nuestro Dios. Él no te mirará y dirá algo como «¡Lástima, te equivocaste!».
Quiero recalcar lo que he dicho: El principio es el deseo de
hacer su voluntad. Pues ya vimos en una reflexión pasada como Balaam buscó la
forma de salirse con la suya, y Dios le dio el castigo que merecía su
impertinencia. Siempre anhelemos hacer la voluntad de Dios, por sobre todas las
cosas, aún en contra de nuestras propias ideas, deseos y anhelos. Pues el Padre
que es todo amor también sabe lo que nos conviene.
Lo que me lleva a un punto más. Tenemos el Espíritu de Dios
para guiarnos. De hecho, dice la Escritura que Él nos guía a pedir como
conviene en nuestras humanas debilidades. Por lo que puede darse el caso que
sea el mismo Espíritu de Dios quien te lleve a pedir una señal, en tal caso,
esa señal sería contestada y confirmada, así, la voluntad de Dios. Der esta
forma, sería Dios el que te impulsa a pedir la señal, porque esa es su
voluntad.
No hay métodos, lo vuelvo a repetir. Por lo que no puedo decir
categóricamente que a Dios no le gusta que pidamos señales. Me he dado cuenta
que cuando la voluntad de Dios nos enfrentará a situaciones difíciles, es
cuando las señales confirman el deseo de Dios.
Es como con Gedeón, no era fácil lo que iba a enfrentar, ese ejército
era numeroso, pero Dios le dio la confianza de que iba a vencer.
Lo mejor es, eso sí lo puedo decir con total convicción, que
profundicemos nuestra relación con Él. Cuando aprendemos a obedecer la Palabra,
nuestra mente va siendo transformada; nuestros deseos también lo hacen. Nos
alineamos a la voluntad de Dios de forma natural, pues comenzamos a pensar y a
sentir como Él. Así, las señales se vuelven irrelevantes para el corazón que
conoce al Señor.
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