Día 34. Actuando según nuestro propio criterio
Día 34 de la Contingencia COVID-19
«En esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio». Jueces 17:6 NTV
Algo es verdad: la tierra sigue girando. La vida continúa.
Imperios van y vienen; reinos se levantan y caen; sistemas de pensamiento
reemplazan a los anteriores; nuevos sistemas económicos sustituyen a los que se
han deteriorado; pero el corazón del ser humano sigue siendo el mismo: anhela
ser el foco de admiración; el protagonista de la evolución; quiere el control
de todo lo que le rodea; quiere libertad sin responsabilidad. La tierra gira,
pero no hay nada nuevo bajo el sol.
Al sistema filosófico que hoy impera en nuestra sociedad se le
denomina Posmodernismo. Es el criterio que rige los programas de TV y los
contenidos en redes sociales. Es el pensamiento bajo el cual se moldean las
mentes de los estudiantes en las escuelas. Son los mantras que la sociedad
repite, aunque no está muy enterada del por qué lo hace. Y es el perfecto caldo
de cultivo donde puede proliferar el Reino del enemigo.
Mira el texto, la razón de la rebeldía de Israel es porque no
tenían rey. Sin embargo, el libro de 1 Samuel nos narra que Dios se enojó
porque pidieron rey. ¿Qué nos dice esto? Pues que el Rey es el Señor Dios,
siempre fue la idea original que él reinara sobre su pueblo. Cuando nos dice
que no tenían Rey, era porque se había alejado completamente de Dios.
Lo mismo pasa con nuestra generación. Me impresiona el descaro
que tenemos al preguntar: «¿Dónde está Dios en esta situación?», cuando durante
toda la vida lo hemos relegado de nuestro mundo. Reconocer la Soberanía de Dios
implica vivir la vida bajo sus reglas, someternos a sus directrices y
decisiones. Eso es lo que el mundo ha decidido dejar de hacer, tristemente, la
mayoría ha aceptado el posmodernismo de una manera inconsciente.
Pero, antes de avanzar, déjame explicar de una forma sencilla
que cree el posmodernismo. En primer lugar, se niega la existencia de la
verdad, en el sentido de que no existe una verdad absoluta, pues, afirma, todo
depende del cristal con el que se mire. Entonces, hay muchas formas en que la
verdad se acomoda a la realidad. Una verdad relativa. Pues, afirma, si alguien
conociera la verdad, la deformaría al entenderla desde su propia experiencia de
vida, la cual es diferente para todos.
Por lo tanto, el siguiente paso es «deconstruir» la verdad.
Esta palabra significa que es necesario volver a entender conceptos que antes
eran muy claros: la enseñanza, la sexualidad, la familia, la religión, Dios,
etc. Se descompone a sus elementos más simples y se vuelve a construir esos
conceptos para que se acomode a la percepción de cada uno.
Es entonces donde entra la otra piedra fundamental de esta
forma de pensar: la tolerancia. Ellos dicen que como hay muchas verdades y estás
se encuentran en «construcción» todo el tiempo, debemos permitir a cada persona
su propia búsqueda de la verdad, aceptando como válida cualquier interpretación
de la misma. De esta forma cada persona es libre de construir su propia verdad,
respetando, a la vez, la verdad que han construido los demás.
Dicho de otra manera, debemos construir una sociedad que valore
y respete, en primer lugar, la diversidad, que hay muchas formas de pensar y de
actuar. El respeto es lo que debe imperar para que, de esta forma, nos unamos
como seres humanos en pro del planeta y de nuestra propia existencia. ¿Por qué
se ha extendido esta forma de pensar? Es simple, porque me da la licencia de
actuar como bien me parezca.
Así es, el posmodernismo aboga por la libertad de actuar como
mejor nos parezca… un momento, ¿en dónde hemos leído eso antes? ¡En nuestro
texto! «Cada uno hacía lo que era correcto según su propio criterio». ¿te das
cuenta? Por eso comencé diciendo que no había nada nuevo. Aunque pareciera que
está naciendo una nueva sociedad, no es así, en realidad es una vieja
repetición de los deseos del ser humano.
Quiero llamar tu atención a una cosa, querida Iglesia, que el
posmodernismo es la consecuencia de sacar a Dios de la ecuación. Como
mencionamos, Israel no tenía Rey, pues habían hecho a un lado a su Señor, quien
los había sacado de la tierra de Egipto. Ahora, esta ideología llevará a nuestra
sociedad al caos, hasta que se levante alguien para ser Rey, y no, no será al
Señor Jesús a quien recurrirán.
Estos tiempos que estamos viviendo son una oportunidad perfecta
para que como Iglesia revisemos nuestras acciones y creencias. No se trata de
que reinventemos la verdad, por lo contrario, se trata de volver a la verdad
absoluta de la Palabra de Dios. Debemos vigilar para que estas ideas no permeen
nuestra cristiandad.
El posmodernismo ha ayudado a proliferar un cristianismo en su
versión «light». Uno que se ve, y sabe bien, pero desprovisto de la eficacia de
la cruz. Incluso, se nos insta a hacer más labor social, lo cual está muy bien;
pero el problema es que se nos dice que simplemente hagamos eso, que no podemos
«molestar» a los demás para que acepten nuestra verdad. Que ellos se darán
cuenta de nuestro comportamiento y querrán conocer de Dios. Esto es un peligro,
pues el Señor nos ordenó: «Vayan y prediquen».
Los creyentes, sobre todos los jóvenes, crecen sin respeto a la
autoridad, pensando que Dios está a su disposición. Y es al revés. Nosotros
somos las criaturas, Él, el creador. La Iglesia no es un lugar que debe
amoldarse para abrazar a todos, pues el verdadero amor cristiano también se
manifiesta en el deseo de ver crecer en la verdad a quienes amamos. Como vez,
querida Iglesia, muchos son los peligros de esta forma de pensar.
Pero, creo, debemos empezar por nosotros mismos: ¿hacemos todo
como bien nos parece? ¿vivimos sujetos a nuestras autoridades? ¿nos esforzamos
por conocer la verdad de Dios y aplicarla a nuestra vida? Estamos ante un gran
reto como Iglesia, preparémonos para presentar defensa de nuestra fe. Pues los
tiempos son malos y solo empeorarán. Llenémonos de su luz para poder alumbrar.
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