Día 14. Caprichos del corazón
Día 14 de la contingencia
«Los israelitas también habían matado a Balaam, hijo de Beor, quien usaba
magia para predecir el futuro.» Josué 13:22 NTV
Hablemos de Balaam (Esta historia la encuentras en Números 22
al 25). Un hombre que fue hasta las últimas consecuencias para salirse con la
suya. Tomemos ejemplo de este hombre, y no caigamos en la trampa en la que él
cayó. Balaam era un adivino, así lo declara la Biblia. Tenía la reputación de
que sus bendiciones y maldiciones se hacían efectivas. Pero entremos a la
historia para entenderla.
Israel seguía vagando por el desierto, y en sus andares
llegaron al territorio de los moabitas. El Rey Balac entra en pánico delante de
ellos y decide buscar a Balaam para maldecirlo. Así que busca la ayuda de los
ancianos de Madian (gente de honor y gobierno) quienes van, junto con los
ancianos de Moab, con las «dadivas de la adivinación» (el pago por sus
servicios) a pedir la ayuda de Balaam.
Balac se emociona al ver las riquezas. Mira, el Diccionario
Bíblico de Nelson nos dice que el nombre de Balaam significa: «devorador o
glotón». Recuerda que en los tiempos bíblicos los nombres muchas veces se
relacionaban con el carácter de las personas. Así que este adivino tenía
problemas con la avaricia y los deseos desmedidos.
Pero el Señor Dios interviene. Aunque Balaam les dijo que iba a
consultar al Señor. Es Dios quien se acerca a él y le pregunta «¿Quiénes son
esos hombres?». Balaam le cuenta a que han venido. Categóricamente Dios le
dice: «no vayas, no los maldigas porque es un pueblo bendito». La orden del
Señor era clara, directa, contundente. Pero Balaam no está contento con ella.
Él no les dice a los hombres: «no voy a ir». No, él dice: «lo
siento, pero Dios no me deja ir». Balac le manda oficiales más distinguidos,
con un tesoro más grande y la promesa de más dinero. Era su oportunidad de
decir: «No». Mas él les promete volver a consultar a Dios. ¿Crees que Dios iba
a cambiar de opinión? ¿Qué le iba a permitir ir y maldecirlos?
Pero aquí opera un principio importante, cuando una persona
está empecinada en hacer lo que quiere, para obtener lo que quiere, no toma en
cuenta las consecuencias de ser impertinente al volver a preguntar a Dios. Y
aunque les reitera que Dios no le permite ir, les dice que queden esa noche y
que vería que le decía el Señor. Al final, Dios le dice que vaya, pero que
hable solo lo que se le indica.
En uno de los pasajes que más me intrigaron desde niño, y no,
no fue porque la burra habló cuando Balaam la azotó; sino por el hecho de que
Dios le haya dicho que vaya y luego mandó un ángel para matarlo. Me preguntaba
¿por qué Dios le permitió ir y luego se enoja y sale para matarlo? Pon
atención, querida Iglesia; si insistimos a Dios, el Padre puede concedernos el
deseo de nuestro corazón, aunque eso no nos libra de las consecuencias de hacer
lo que nos plazca.
Mientras escribía esto, me vino a la mente que probablemente
Balaam ya había decidido, en su avaricia, maldecir al Pueblo. Así que Dios usa
un milagro para que se de cuenta que esto no es un juego, que el Padre no era
como los demás espíritus a los que consultaba. Y, querida Iglesia, un ángel con
una espada listo para matarlo fue suficiente para disuadirlo de desobedecer a
Dios. Pues, aunque avaricioso, amaba su vida.
Ahora está en un predicamento, quiere las riquezas, pero sabe
que la espada del ángel está en su cuello. No lo queda más remedio, Balam
bendice al Pueblo. De hecho, dice que el Espíritu de Dios vino sobre él. Aunque
era un adivino, en su Soberanía, Dios lo uso. Si hizo hablar a una burra, bien
puede usar un adivino para hablar palabra de bendición para su Pueblo.
El Rey Balac se horroriza ante la bendición de Balaam. Pero lo
lleva a otro monte y le dice que por lo menos maldiga a una pequeña porción de
Israel; pero los vuelve a bendecir. ¿Sabes que es interesante? Que Balaam
siempre mantuvo una postura de «no es mi culpa, yo solo hago lo que se me
indica». De esta forma, mostraba su simpatía a Balac y alargaba la situación.
Por último, Balac lo lleva al monte Peor. Donde adoraban a los
dioses madianitas. Tal vez con la esperanza que en ese lugar sus dioses lo
apoyaran e Israel fuera maldecido. No fue así, el Señor vuelve a demostrar su
supremacía sobre los otros dioses.
Hasta la tercera vez, nos dice Números 24:1 que «Balaam
comprendió que el Señor estaba decidido a bendecir a Israel». Espera un
momento, enumeremos: Instrucciones claras, un asna que hablo, un ángel
dispuesto a matarlo, el Espíritu de Dios sobre de él; ya había maldecido dos
veces; y solo entonces comprende que Dios no iba a cambiar de opinión. ¡Cuán
necio puede ser el corazón de un hombre!
Tres fueron las veces que intentó que Balaam maldijera al
Pueblo y cuatro las bendiciones que se dieron a favor de Israel y en contra de Madian
y Moab. La historia parece terminar de una forma favorable para Balaam; él
obedeció a Dios, y Balac se llena de ira y lo manda para su casa… sin dinero.
Pero, espera un momento, no todo termina allí.
Números 25 nos cuenta que las mujeres moabitas sedujeron a los
israelitas, y una vez prendados de ellas consienten en adorar a otros dioses.
El Señor se enoja. Una plaga destruye a 24 000 israelitas. Incluso, uno tuvo el
atrevimiento de llevar a una moabita delante del Tabernáculo de Dios. Lo que no
logró hacer un adivino, lo hicieron unas mujeres, lograr que Dios maldijera al
pueblo.
Porque, querida Iglesia, esto no fue una casualidad, Números
31:16 nos aclara. «Precisamente son ellas las que, siguiendo el consejo de
Balaam, incitaron al pueblo de Israel a rebelarse contra el Señor en el monte
Peor. Son ellas las que causaron la plaga que hirió al pueblo del Señor». ¿Te
das cuenta? Balaam al final obtuvo su recompensa, su avaricia lo llevo a idear
un plan para maldecir a Israel. (Mira Apocalipsis 2.14).
¿Qué podemos aprender de este pasaje? Primero, que no todos los
que profetizan tienen un corazón fiel a los principios de Dios. Y, aunque en la
tierra disfruten de honores y riqueza, como fue el caso de Balaam, al final la
justicia divina los alcanzará. Por eso el texto del principio. Corto tiempo
disfrutó de lo obtenido, pues encontró la muerte. Podemos ser usados por Dios
sin estar aprobados por Él.
En segundo lugar, que es peligroso aferrarse a los deseos del
corazón cuando Dios ya dio una respuesta negativa a ese deseo. Realmente es una
tragedia encapricharnos por algo no agradable al Eterno. No vaya a ser que al
final se cumpla ese deseo solo para encontrar que la destrucción nos espera.
Aprendamos a decir: «que se haga tu voluntad como en el cielo, igual en la
tierra»
Querida Iglesia, aprendamos a someternos al deseo de Dios. Está
escrito que de Dios nadie se burla, lo que sembramos, cosechamos. Por eso,
cuidemos de que nuestra comunión con el Padre cada día sea más fuerte y esté
libre de avaricias y deseos que Dios desprecia.
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