Día 32. Para que el esposo cambie
Día 32 de la Contingencia COVID-19
«Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia». Jueces 16:16
Una vez más, Sansón va detrás de otra mujer filistea: Dalila. Y
como dice el dicho: «Al que le gusta jugar con fuego, termina quemado». Creo
que todos conocemos la historia de como Dalila engañó a Sansón y lo derrotó (Si
no la conoces, la puedes leer en Jueces 16 J). Porque no reflexionaré en la caída de Sansón, la
cual era inevitable luego de lo expuesto en nuestra anterior reflexión. Quiero
llamar tu atención en otro tema.
Sansón amaba a Dalila. Esa es una realidad innegable, de hecho,
el verso 4 dice que Sansón se había enamorado de ella. Incluso, en el verso 15,
Dalila misma declara que Sansón le decía que la amaba. Yo sé que hay muchos
matrimonios donde el esposo hace tiempo dejó de amar a su esposa; pero también conozco
muchos hermanos que siguen amando a su esposa.
Antes de comenzar, quiero recomendarte el libro de Emerson
Eggerish: «Amor y respeto». Gracias a él entendí que los hombres y mujeres hablamos
lenguajes diferentes. Mientras que las mujeres hablan un lenguaje de Amor, los
hombres lo hacemos con el Respeto. Es por eso que nos cuesta entendernos. Como
hombre, de forma natural no hablo un lenguaje de amor, sino de respeto.
Así que hay muchos esposos creyentes que al acercarnos a
nuestra esposa, tratamos de agradarla hablándole en un lenguaje de respeto. No
significa que no amamos a nuestra esposa, simplemente quiere decir que no
conocemos, ni entendemos, ese idioma. Para nosotros, el respeto tiene una
lógica, un orden, así es nuestra mente. El lenguaje de amor, tan emocional y
polifacético corresponde a la naturaleza femenina, y es un misterio para
nosotros.
Entonces, lo que quiero expresar es que hay muchos esposos que
en realidad aman a su esposa (tradúzcanlo como «respetan» a su esposa). Ellos
quieren ser diferentes. Quieren honrar a Dios en su matrimonio. Lo que estoy
puntualizando es que estos hombres de Dios no tienen una mala intención, de
verdad nos preocupamos por nuestras esposas. Y, aunque pudiera hablar mucho sobre
este tema, en mi lectura me encontré con este texto y la posibilidad de
reflexionar en el papel que juega una esposa en la autoestima, y destino, de su
esposo.
Claro, estoy completamente convencido que un hombre debe
encontrar su significado y valor en el Señor Jesús. Al igual que la mujer, su
amor fluye del Padre celestial. Pero vamos a hablar de como puedes influenciar
positivamente en la vida de tu esposo (esta vez toca a las mujeres); pues
ustedes, hermanas, juegan un papel muy importante en el cumplimiento de su destino
como familia.
Antes de comenzar, quiero dejar muy clara que no comparo a las
creyentes con Dalila; quiero que a través del comportamiento de esta mujer que
no era parte del Pueblo de Dios, aprendan lo que no deben de hacer en su
matrimonio. Bien, comencemos. Dalila le dice a Sansón: «Si de verdad me
amaras…», encontramos claramente una manipulación.
Si quieres ver diferencia en tu matrimonio, lo primero que
debes hacer es analizar tu corazón: ¿Amas a tu esposo? No se trata de que si se
merece tu amor, que si se lo ha ganado. Como creyentes, no se nos manda
obedecer cuando las condiciones son ideales, sino en cualquier momento. Y, por
supuesto, esto no quiere decir, de ninguna manera, que una mujer debe de
soportar un esposo abusivo.
Pero la pregunta sigue siendo válida. Tal vez meditas para ti
misma: «Si tan solo tomara su lugar en la casa»; «si fuera más atento»; «si
volviera a ser más cariñoso»; «si tomara más decisiones»; y, así, la lista es
infinita. Pero, detente y reflexiona: ¿estoy amando a mi esposo? Y no, querida
hermana, no se trata de que «sientas» el amor, sino de que lo demuestres en
acción. El primer paso para ver tu matrimonio ir a otro nivel es el de
alimentar tu amor por él ¿Cómo? No hablo de algo humano, sino del amor
sobrenatural que Dios nos otorga para amar a nuestras parejas.
Cuando no hay un verdadero amor, lo que queda es la
manipulación. Como parejas debemos de progresar en común acuerdo en el camino
de Dios, debes cuidar, querida hermana, que al acercarte a tu esposo, tu deseo
sea que él se convierta en el hombre que Dios quiere, y no en la imagen que tu
corazón forjó de un hombre ideal. Al sembrar manipulación, la cosecha será
amargura y distanciamiento en el corazón de tu esposo. En cambio, si le
permites al Espíritu de Dios tratar con nobleza el corazón de tu cónyuge, verás
cómo el Padre comienza a sacar a luz lo mejor de tu marido.
Como esposa tienes a tu disposición una herramienta
maravillosa, la puedes usar como espada, o como bálsamo; eso dependerá de como
la uses. Esa herramienta son tus palabras. Aunque a veces parece que un esposo
no pone atención a las palabras de su pareja, la realidad es que sí lo hacemos,
más de lo que te imaginas. Por eso, la sabiduría del cielo será indispensable
para que tus palabras construyan, y no destruyan, el corazón de tu esposo.
Dalila es un ejemplo de lo que no se debe de hacer: Dice:
«presionándole». Esta palabra en hebreo significa: «comprimir». Mi mamá diría:
«estar como cuchillito de palo». Si usas tus palabras para machacar una y otra
vez a tu pareja para que cambie, para que actúe, para que sea de manera
diferente, no vas a lograr nada. De hecho, estoy seguro que lo has intentado, y
no ha funcionado ¿verdad?
Esto es porque los hombres hablamos un lenguaje de respeto.
Para nosotros, el hecho de que vez tras vez nos digan en que fallamos, lo que
nos equivocamos, lo que nos hizo falta, una y otra vez, lo interpretamos como
una falta de respeto (el equivalente a que ustedes se sientan sin amor). Es por
eso que una de nuestras quejas es que para nuestra esposa nada hacemos bien,
que nada le parece. Pero es porque en realidad nos sentimos así.
Nos afecta tanto, porque esas palabras vienen de la persona que
es más importante para nosotros. En un momento verás lo que ocasiona en el
corazón. Entonces, ¿no le debes decir nada? Por supuesto que sí. La
comunicación es fundamental. Debes hablar de lo que no te parece. Pero, primero,
asegúrate de que no estas queriendo manipular, y segundo, que no lo oprimes con
tus palabras una y otra vez. Y no, no estoy defendiendo a los hombres, te estoy
descubriendo su corazón, cuando una esposa no da tregua a su esposo con sus
comentarios, mira lo que sucede.
«Su alma fue reducida a mortal angustia». Cuando un hombre
siente que no está a la altura de las expectativas de su esposa, que no es reconocido,
que no es admirado por ella, se siente morir. Es un tema difícil, así que
aclaremos, no estoy diciendo que realmente su esposa no lo ame. Tal vez, te
acercas a él insistentemente porque te preocupa que en verdad cambie, porque
estas convencida que es lo correcto. Y, además, lo haces porque en tu lenguaje
de amor así se tratan de arreglar las cosas.
Pero los hombres no hablamos ese lenguaje. Por lo que tus
palabras pueden traer muerte a su corazón. Poco a poco se va alejando de ti,
poco a poco dejará de hablarte de sus triunfos en el trabajo; cada vez tomará
más distancia. Cuando un hombre se ha dado por vencido se retira
silenciosamente. En el lenguaje de respeto, nosotros solo queremos ser
admirados y reconocidos por una mujer: nuestra esposa, tal como lo hacía cuando
éramos novios.
Tampoco estoy diciendo que solo las esposas deben de cambiar su
manera de ser, aprender el lenguaje de respeto para levantar la vida de su
esposo, esto es cuestión de dos, ella aprende a respetar, él aprende a amar.
Pero el texto habla de las mujeres, por eso me centro en ellas, ya tocará a los
hombres.
Entonces, puede darse el caso que en tu anhelo por ver una
diferencia en tu esposo, en realidad lo estás sofocando, y ahogas su corazón
con tus palabras. ¿Has visto como una esposa interrumpe a su esposo en una
charla y se burla de él? Algo así como que el esposo dice: «el ejercicio es importante»;
ella interrumpe: «pero si tú nunca haces ejercicio». No solo las palabras,
también cuando minimizas sus ideas, cuando le dices el «te lo dije», cuando solo
hablas con los demás de sus desaciertos; o ni siquiera hablas de él, las
palabras pueden traer muerte.
Y, aunque el matrimonio lo construyen entre dos. La Palabra hoy
es para ayudarte a mejorar tu relación. Pues, al final, el gran secreto es que
si tu marido se siente respetado, te va a contestar con amor. Así que
terminemos hablando de como usar las palabras de forma que sean un bálsamo para
tu marido.
No se trata que le digas: «te amo»; no es nuestro lenguaje.
Pero si, en lugar de eso, le dices: «te respeto»; las cosas serán muy
diferentes. Y, como dice el Dr. Eggerish, no es solo decirlo, sino que enumeres
las cosas por las que respetas a tu esposo. ¿Cuándo fue la última vez que le
dijiste que valorabas su esfuerzo? Habla bien de él a tu familia, presúmelo
ante los hermanos de la Iglesia, que tus vecinos sepan la maravilla de esposo
que tienes. Míralo con admiración. Amalo con tu respeto.
No. No es que lo merezca. Somos humanos, no merecemos amor, ni
respeto, son cosas que no se pueden comprar. Pero, como hijos de Dios, podemos
amar y respetar. Como hija del Eterno puedes sembrar estas palabras en el
corazón de tu esposo, y prepárate para ver una transformación radical en tu
pareja. Pues en tus labios está el poder de oprimir su corazón o liberarlo para
ser lo que Dios espera de él.
Lo que me lleva a sugerirte que le pidas a Dios que te revele
como ve Él a tu esposo. No ores desde tu perspectiva, comienza a ver con los
ojos de tu espíritu, como a Gedeón míralo como lo que va a llegar a ser en
Cristo y no como lo que en estos momentos es. Hay un principio simple, cuando
hacemos las cosas a la manera de Dios, los resultados serán reales, porque Dios
honra su palabra. Como matrimonio, nuestra principal meta debe de ser la de
agradar al Padre. Que tus palabras impulsen a tu esposo.
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